lunes, 21 de julio de 2008

El café

Una tarde dejaron de hablar. Ella giraba la cuchara contra el fondo de la taza de café, arrastrando los restos de azúcar que no se habían disuelto; él, observaba distraido el movimiento mientras ajustaba la correa de su reloj.

El ritual que los había mantenido en contacto durante los últimos meses terminó casi como había comenzado: silenciosamente. Pagaron a medias, como siempre, y recogieron lentamente todo lo que llevaban consigo. Él hizo ademán de abrirle la puerta; ella se lo impidió, adelantándose con una sonrisa a medias en su cara. Sin una palabra, solo con un pequeño gesto de la cabeza, cada uno siguió su ruta habitual hacia casa, perdiéndose entre la multitud.

No volvieron a verse nunca más.

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