Luces a medio gas, calma en la penumbra. Una mente libre, un cuerpo atado. Escucho los susurros de la imaginación mientras persigo esperanzas semiocultas en los sueños. Ni un tic-tac que rompa el ritmo inexistente del paso del tiempo.
Soledad terrorífica y deseada que se fusiona con el anhelo de echar a volar, truncado por unas alas rotas. Un latido me despierta, ansioso, contenido, emergente... siento, luego existo.
domingo, 16 de noviembre de 2008
La compañía del silencio
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